Diana Calvo Vinssac – Psicoterapia transpersonal – UCDM – Hipnoterapia – Coaching

¿Por qué cerramos el corazón al amor?

Hace unos días me encontré con un momento “clave” que puede formar parte del pasado sentimental de muchas personas. Ocurrió durante una terapia, y me refiero a ese momento en el que tras una pérdida o ruptura, y una vez que se produce la aceptación, la persona comienza a buscar dentro de sí misma el aprendizaje de la experiencia.

¿Y por qué digo que es un momento clave?

  • Primero, porque es el momento de tomar una decisión. Siempre elegimos la enseñanza que el acontecimiento ha supuesto para nosotros y nuestra vida.
  • Porque en base a esta decisión se configura una creencia que luego tomaremos como una realidad, y que pasará a formar parte de nuestro comportamiento y futuras reacciones, en todas las situaciones similares que nos acontezcan en el futuro.

 ¡Fijaos qué momento tan importante!

Pongamos que es una chica de 30 años de edad y que acude a terapia por una situación de ruptura sentimental. Durante algunas sesiones se trabaja la pérdida, y llega el momento al que me refiero. Un día me cuenta que se ha encontrado casualmente con su ex. Esta fue la conversación: (Negrita= Terapeuta):

¿Cómo te sentiste al verle? Me sorprendió encontrármelo… Enfadada.

¿Enfadada con quién? Con él, por haberme “sustituido” tan rápidamente. Conmigo, por haberle dejado pasar.

 No te ha sustituido, ha seguido haciendo su vida. Además,  fuiste tú quien se alejó. Cierto, sé que no tengo derecho a sentirme así. Él actuó bien.

No es cuestión de bien o mal, ni de tener derecho. Pero en todo caso, fuiste tú quien decidió alejarse. Sí, eso es verdad. Pensé que las cosas se arreglarían solas o que volvería, como hacía siempre.

Ya sabes que las cosas no se arreglan solas. La mayoría de las veces hay que intervenir. Ha pasado más de un año… ¿por qué no continuas con “tu vida” igual que hace él? Siento que jamás voy a poder confiar en nadie más. Y no sé si merece la pena “meterme en ese jardín” otra vez. Igual es mejor estar sola.

¿Por qué? Porque no puedes fiarte de nadie. Porque si luego ocurre lo mismo… ¿para qué? Estaría bien tener un regulador emocional y así elegir el nivel de amor que quieres sentir. Si no sientes tanto, no sufres luego tanto. Total, si me va a pasar lo mismo… la felicidad se acaba.

Si esta es tu conclusión sobre esta pérdida… siento decirte que no has aprendido nada. Eres una víctima. Sí que he aprendido… (Pensando)…. Es verdad, tienes razón.

No hay nadie ahí fuera que quiera “machacarte”. Todo lo que ocurre es para tu crecimiento o para tu destrucción. Pero eres tú quien elige dónde se quiere situar. Así que no quieres volver a tener pareja. Hombre…, echo de menos muchas cosas. Hay una dualidad en mí: mi corazón quiere una pareja, pero mi mente me dice que es muy difícil y que no vale la pena el esfuerzo.

 Dime, en qué te basas para sacar la conclusión de que no puedes confiar, ¿sientes que te han traicionado? ¿El te traicionó? No, en absoluto.

Entonces no es cuestión de confianza… ¿cuál es la cuestión? Pues no sé, pienso que es difícil confiar otra vez…(Pensando)… Creo que la convivencia en pareja es difícil y lleva mucho esfuerzo, todo el mundo lo dice.

Pero tú no la has experimentado. No sabes lo que será para ti. No, pero todo el mundo lo dice.

Y si todo el mundo dice que te tires por un puente, ¿te tiras? Eso es una excusa, ¿cuál es el motivo? (Pensando…) Creo que es difícil que alguien te acepte con todas tus manías.

Las parejas que siguen unidas se aceptan a pesar de esas “manías” de cada uno. Y no pasa nada, eso es el amor. Claro, la cuestión es que siempre pasábamos ratos cortos, y así todo está muy bien. Es cómodo y es fácil mantener una pose. Pero dar ese paso…

¿Por eso te alejaste? Sí, después de tantos años había que plantearse cosas.

¿Y cuál es el miedo a dar ese paso? (Pensando)… Que si convivía conmigo tendría que aguantarme…. Tenía miedo a decepcionarle, que descubriera que no soy perfecta (momento en el que aparecen las lágrimas).

Él tampoco lo es. Nadie es más que nadie. Yo siempre le he visto perfecto, superior a mí.

Porque ves en él las cosas que no eres capaz de ver en ti. Proyectamos lo “malo” de nosotros en los demás, pero también lo “bueno”. Si lo vemos en otro (sea bueno o malo), es porque está en nuestro interior. Visto así…

 Y en todo caso, si creías que él era “demasiado” para ti, tuviste durante muchos años la oportunidad de “ponerte a su altura”. La vida te ofreció esa oportunidad. Y en vez de aprender a desarrollar esas partes de ti que te gustaban de él y subir un escalón, decidiste abandonar. Es verdad.

Y no solo eso, sino que encima de haber tomado esta actitud, te sientes tú la víctima. Cierto…, pues sí que estaba equivocada.

Estabas haciendo una lectura errónea. Y bien, después de esta conversación, ¿Cómo ves la situación? Debería haber aprovechado y aprender a ser un poco como él en las cosas que me gustaban. Tenía miedo a decepcionarle y antes de que eso ocurriera, era mejor irme.

¿Crees que es difícil que alguien te quiera tal y como eres? Si.

 ¿Puede ser que tú no te quieras tal y como eres? (Pensando…) Pues será que no del todo.

Y mirándolo ahora desde la distancia, ¿hubieras actuado de otra forma? Me hubiera arriesgado. La verdad es que merecía la pena. Si hubiera sabido lo que ahora sé…

Entonces… ¿Qué harás en el futuro? Poco a poco, intentaré abrirme.

 ¡Te lo mereces!

El “problema” en este caso ya estaba localizado: una falta de auto-aceptación, que nos ocuparíamos de resolver a partir de ese momento. Todo ello estaba propiciando que esta chica se empezara a contar “una historia” errónea sobre lo sucedido.

Es igual lo que ocurra: que nos dejen, nos traicionen, nos ignoren, etc.… ¡El problema nunca es el otro! Es más fácil culpar a las circunstancias, o a los demás… Es más fácil sentirnos víctimas de la situación y colocar la responsabilidad lo más lejos posible de nosotros. Todo para evitar MIRARNOS y tratar de comprender cuál es el verdadero problema. Repito, el otro sólo es un espejo… solo nos refleja lo que somos incapaces de ver en nosotros.

Es frecuente que se produzca este procedimiento ante desilusiones y/o rupturas sentimentales:

Dolor.

Busco culpables fuera (las circunstancias, el otro me ha hecho esto, o no ha hecho lo de más allá…)

Victimismo (pobre de mí, me han hecho daño)

Creencias erróneas

Cierro mi corazón (auto-castigo)

Me instalo en el sufrimiento (herida que permanece abierta y pasa a formar parte de la «mochila vital»).

Esta lectura errónea trata de evitar la mirada hacia nuestra verdadera responsabilidad. Pero como en el fondo intuimos que nosotros también tenemos nuestra parte de la misma, este sentimiento (sin gestionar de manera adecuada), se transforma en culpabilidad soterrada. Y como «me siento culpable» me auto-castigo del modo: no me volveré a enamorar, es peligroso entregarse, las relaciones son difíciles, jamás podré confiar, tengo que protegerme… Por otro lado, el hecho de que alguien haya decidido no querernos, puede hacernos pensar que no somos dignos de amor.

Obviamente, toda esta clase de pensamientos de auto-castigo implican una falta de amor hacia uno mismo. Cuando nos amamos nos abrimos al amor, nos sentimos merecedores de que nos amen y podemos reinterpretar los acontecimientos de forma sana, tomando responsabilidad en lo acontecido, y aprendiendo lo que la situación ha venido a enseñarnos. Nunca hay víctimas ni verdugos, solo experiencias que tratan de hacernos CRECER. Por este motivo, el miedo a entregarse en el futuro desaparece… ya que confiamos en nosotros mismos y en la Vida.

En resumidas cuentas, realmente creo que si la conclusión sobre una historia sentimental que termina… es cerrar el corazón, es que no hemos aprendido nada.

Enlace recomendado: ¿Por qué no encuentro la pareja que quiero?

Mi abrazo infinito,

Deja un comentario