Hay pocas cosas que me atrevo a afirmar como “ciertas”, pero si alguna tengo clara es que todo cambia, constantemente, aunque no tengamos ni siquiera la intención consciente de intervenir en muchos de esos cambios.
Y sí, muchos de ellos pueden asustarnos… es la incertidumbre que provoca todo aquello que desconocemos, que no forma parte de nuestro universo rutinario y hasta cierto punto… “controlado”.
Sin embargo, ese control que creemos tener no es real, y la Vida nos lo muestra con cada uno de aquellos sucesos inesperados que nos acontecen… Nosotros mismos vamos cambiando sin apenas darnos cuenta. Solo cuando miramos hacia atrás somos conscientes de que muchas de nuestras ideas, creencias, hábitos, pensamientos y modos de actuar han ido variando a lo largo del tiempo. Algunos cambios nos gustan, otros quizá no tanto…
Sin lugar a dudas, la Vida nos envía señales constantemente, de muchas y variadas formas. Cuando fluimos y nos dejamos “llevar” podemos vivir los cambios de forma armónica y aprovecharlos para crecer y optimizar nuestras vidas. El problema surge cuando nos resistimos y nos negamos a fluir con el devenir de los acontecimientos.
Y puesto que el cambio va a existir igualmente… ¿qué tal si ponemos mayor conciencia en el proceso, y nos ocupamos de dirigirlo hacia el sentido que queremos? ¿Qué tal si aprendemos a escuchar a la Vida y las señales que nos envía?
Algunas de ellas podrían ser:
- Situaciones que se repiten.
Cuando tienes la sensación de estar viviendo las mismas circunstancias una y otra vez, está claro que tu modo de actuar (y, por tanto, tus creencias), siguen siendo las mismas. Es prácticamente imposible que lo de fuera cambie, si previamente no ha existido un cambio interno.
- No consigues tus objetivos.
Parece ser que hagas lo que hagas, nunca consigues aquello que te propones. Sientes que hay algo que te frena, como si un obstáculo insalvable e invisible se interpusiera siempre entre tus proyectos y tú. Al igual que en el caso anterior, es ineludible el acercarte a esas partes aún sin contemplar sobre tu persona, y que te impiden que alcances lo que quieres.
- Aburrimiento y abatimiento.
La rutina puede contigo y no encuentras alicientes en tu vida. No encuentras nada que te apasione, que realmente te encienda el alma.
- Pérdida del momento presente.
Emociones cercanas a la melancolía implican que estás colocando el foco en el pasado. Cuando la mente huye constantemente hacia atrás en la búsqueda de aquellas etapas felices que ya no están aquí…, es obvio que el momento presente no es lo que esperas o deseas. Si la emoción predominante es la ansiedad, la huida se produce hacia delante. En cualquiera de los dos casos, el malestar te impide permanecer en tus circunstancias actuales y te refugias en una huida mental que te permite escapar de tu momento presente. En definitiva… “pan para hoy y hambre para mañana”.
- Rupturas y despedidas.
Todo aquello que se va de tu vida solo trata de dejar espacio para lo nuevo que ha de llegar. La pérdida de un trabajo, situación de bienestar, una pareja, un ser querido… puede poner tus circunstancias vitales “patas arriba” y te sitúa en ocasiones ante un inevitable cambio de perspectiva. Aceptar y comprender la pérdida puede llevar más o menos tiempo, según las resistencias que opongas ante el proceso.
- Enfermedad.
Cuando la enfermedad hace acto de presencia, una parte de tu inconsciente trata de llamar tu atención para “ver la luz”. En este caso, los cambios son inevitables, tanto más importantes cuanto más grave sea la enfermedad que afrontamos.
- Momentos de crisis.
A veces no es lo que pasa fuera, sino lo que ocurre “dentro”. Es como si algo dentro de ti estallara y se rompiera. Nada te satisface, quizá hasta seas capaz de enumerar todo lo bueno que te rodea, pero sientes un vacío que no puedes llenar con nada de lo que existe en tu vida por más “bueno” que sea. Has perdido el rumbo y no encuentras sentido a tu existencia…
- Confusión.
Cuando la toma de decisiones siempre se convierte en un gran dilema en tu vida, quizá te encuentres desorientad@ con respecto a lo que realmente quieres. Si no tienes claros tus objetivos ni hacia donde quieres dirigirte, cualquier decisión a tomar se convierte en un pozo oscuro del que te cuesta salir. Quizá una parte de ti te lleva hacia una dirección, mientras existe otra parte que se dirige justamente hacia el sentido contrario. Comprender cuál de esas partes eres TÚ, y cuáles son programas aprendidos o heredados, es parte indispensable para avanzar en tu camino.
Sea cual sea tu malestar o la circunstancia que estés experimentando, el simple hecho de que haga acto de presencia en tu vida ya te está indicando que hay algo que revisar y reajustar. Quizá sea el momento de deshacerse de esas personas, esa actividad, ese hábito o comportamiento, esas creencias… para dar paso a un nuevo YO, a ese que verdaderamente SIENTES que ERES, a ese que en el fondo intuyes y que hasta el momento ha permanecido en la sombra…
No creo en la casualidad ni en la fatalidad…, realmente creo que la Vida nos va marcando el camino que hemos venido a realizar. Y que el sufrimiento que padecemos tiene su origen en las resistencias que vamos colocando ante las “señales” que nos ofrece.
¡Atrévete!… es momento de CAMBIAR.
Mi abrazo infinito,