Nuestras madres y abuelas nos dicen que ya no aguantamos como antes. Y quizás tengan razón…. Pero en mi opinión no aguantamos porque una relación no hay que aguantarla, hay que DISFRUTARLA.
El compromiso es un acto que realizamos de forma consciente y elegida porque suponemos que nos va a aportar algo positivo. Nos comprometemos con un proyecto que nos ilusiona, con los amigos con quienes nos divertimos y compartimos libremente… Nos comprometemos con asistir al gimnasio, con la lectura de determinado libro, etc.
Pero ¿qué está ocurriendo con el compromiso sentimental? ¿Por qué se producen tantas rupturas? ¿Por qué tantas personas instaladas en la soltería? ¿Qué hay detrás de un compromiso sentimental que tanto nos echa para atrás o que no somos capaces de mantener a lo largo del tiempo?
Analicemos algunos aspectos:
“Y convivieron felices para siempre…”
Parece ser que si te enamoras y eres correspondido, llega un momento crucial en cualquier pareja en el que irremediablemente, (decidas o no pasar por la vicaría), has de convivir. Todos hemos experimentado la convivencia (no sólo en pareja), y sabemos que no es fácil. Hay personas que se adaptan más fácilmente, pero quizás haya otras que debido a su carácter les resulte más difícil.
La convivencia conlleva un desgaste diario que puede terminar con el amor más potente del mundo. Pero… ¿necesariamente hemos de convivir del modo que nos han contado? Porque quizás haya días en los que te apetezca estar con tu pareja y otros en los que no. Quizás haya noches en las que desees dormir en compañía, y otras noches no. Quizás algunos días te apetece estar sol@ o en compañía de amigos y familiares. Y no creo que por este motivo vayas a querer menos a tu pareja.
Considero fundamental seguir manteniendo un cierto espacio de intimidad. Contemplar a tu pareja de “todas las formas posibles en todos los momentos del día”, puede ser algo que vaya apagando poco a poco la magia y el misterio.
Quizás ambos componentes puedan ponerse de acuerdo y convivir aportándose pequeños tiempos de “descanso”. O quizás los fines de semana puedan ser compartidos, y entre semana vivir cada uno en su casa. O tú en tu casa y yo en la mía y cuando nos apetezca y libremente compartimos vivienda. Es decir, no es descabellado el que ambos cónyuges sigan manteniendo sus domicilios y así tener un lugar en el que retirarse de vez en cuando…
En muchos casos es necesaria una mínima distancia desde la que surja el deseo de compartir. Un “empacho diario” no nos aporta el margen suficiente para que el deseo nazca y se renueve. Seguir manteniendo los momentos de soledad y los compartidos con nuestra gente nos enriquece… y este hecho puede a su vez enriquecer a la pareja.
¡¡Sólo tienes esta vida!! Sentirte libre para elegir con quién quieres compartir tus momentos puede hacer cualquier pareja “eterna”, al poder contemplarla cada día como una opción y no tanto como una obligación con la que un día decidiste comprometerte…
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