Puedes leer la primera parte aquí
“Yo sé cómo es él/ella…”
En ocasiones puede ocurrir que damos por hecho la personalidad de nuestra pareja, damos por hecho que siempre estará a nuestro lado, o que reaccionará de determinada manera ante determinados acontecimientos…
Olvidamos que al igual que nosotros vamos cambiando y creciendo, nuestra pareja también lo hace constantemente. Sería ideal si nos ocupáramos de redescubrir cada día a esa persona que tenemos a nuestro lado. Enfocarnos en la idea de que podemos seguir sorprendiéndonos cada día por distintos aspectos de nuestra pareja nos aportará esa chispa que muchas veces se va perdiendo cuando pasa el tiempo.
En el lado menos positivo, podríamos evitar sorpresas del tipo “jamás pensé que pudiera hacer esto”, o “que engañad@ me tenía”. Ante una ruptura es frecuente escuchar este tipo de comentarios. Y es que nuestra mente, por una cuestión práctica, tiende a los pensamientos totalitarios en base a unos pocos datos. Conocemos a una persona durante un tiempo y ya creemos conocerla por completo, lo cual no es del todo cierto.
Prestemos atención y miremos cada día con ojos nuevos… todo cambia…
“Los amigos de mi pareja son mis amigos…”
Los amigos de tu pareja son sus amigos, la familia de tu pareja es su familia. Tú tienes tus amigos y tu familia. Y no tienen por qué mezclarse obligatoriamente.
Es lógico que a ti siempre te apetezca salir con tus amigos y estar con tu familia. Pero quizás a tu pareja no le apetezca tanto, o no todas las veces. Olvidemos que nuestra pareja sea un “pack indivisible” con un calendario de eventos por cumplir. Los compromisos que tú tengas o hayas adquirido con tu gente no tienen por qué arrastrar también a tu pareja. Piensa cuáles son los momentos en los que consideras importante que tu pareja esté a tu lado y los que quizás no lo sean tanto.
Ser flexible y practicar la empatía, (ponerse en el lugar del otro), es un regalo para cualquier relación que establezcamos. Dar la opción de que el otro elija, también a ti te da esa libertad. Piensa qué estupendo sería si no tuvieras que “comerte con patatas a la tía Juana” todos los domingos…
“Se casaron, fueron felices y comieron perdices…”
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Pues bien, el cuento no ha hecho más que empezar… Desde que somos niños nos hacen creer que el objetivo es “cazar a la presa” y que con esto ya está todo hecho. “Nos queremos y el amor puede con todo”…
Lo que sí puede «terminar» con toda pareja que se precie es dejarla a su suerte.
Piensa en cómo actúas con tus amigos o tus familiares. Sabes perfectamente que el mero vínculo de sangre o tener a un amigo en la lista telefónica no es suficiente para que esa relación prospere. Pues no comprendo por qué con la pareja se dejan las cosas en manos del “Amor”. Como si éste fuera un señor todopoderoso que nos tocara cada día con una varita mágica y resolviera todos nuestros desencuentros.
La chispa, el misterio, la emoción… es algo que tenemos que trabajar si no queremos que el cuento termine mucho antes de lo que pensábamos. Cuida a tu pareja, diviértete, trabaja los detalles, respétala, sorpréndela, haz que la rutina no se apodere de ella. Una vez más te digo… no te equivoques pensando que esa persona va a estar ahí siempre. El “señor Amor” puede largarse cualquier día si lo le prestas atención.
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