He observado que, más pronto o más tarde, la mayoría de las personas que deciden transitar por el camino del desarrollo personal tienen un momento de confusión al respecto (sí, yo también tuve ese momento…). Y puesto que lo tuve y lo he podido observar, puedo hablaros ahora de todos aquellos errores que he cometido y veo que cometen muchas personas que transitan este camino.
Lejos de juzgar, creo que es importante observar…
El fin que perseguimos es el BIENESTAR en todos los aspectos de nuestra vida, pero muchas veces el resultado que obtenemos se aleja de ese objetivo primigenio que fue el que nos acercó precisamente a este tipo de teorías, prácticas y “modos distintos de ver la vida”…. ¿Por qué nos ocurre esto?
No nos damos cuenta pero poco a poco…, año a año…, terapia tras terapia… y libro tras libro… vamos “engordando” a nuestro ego en vez de disolverlo (que también fue nuestro primer objetivo). Y es lo que últimamente se viene llamando el EGO ESPIRITUAL. ¿Cómo se comporta? Pues allá vamos:
Sentir emociones negativas no es “espiritual”
Puesto que estás en este camino no puedes permitirte “el lujo” de sentirte triste, inseguro, ni por puesto… enfadarte. No no, tú eres bueno, eres buena persona y las buenas personas se comportan de determinada forma (que tú hayas establecido). Hay que poner la otra mejilla…, vivir con ese energúmeno de persona, sacrificarte haciendo algo que realmente no quieres hacer, etc, etc…. porque todo ello es una «PRUEBA DIVINA».
Veamos, si llega alguien y te pega una patada en la «espinilla»… ¿cuál crees que debería ser tu reacción “espiritual”? ¿Abrirte de brazos y dejarte golpear hasta la muerte? Por favor, sé todo lo espiritual que quieras, pero defiéndete, sal de aquellos lugares y termina con las personas que te maltraten, huye de los ambientes tóxicos y coloca todos los límites que tengas que colocar. Y si dado el caso, tienes que responder con otra patada para defender tu vida, así tendrá que ser.
Eres un ser humano, tienes emociones y seguirás teniéndolas. Y transcenderlas no significa reprimirlas… esconder tus emociones hará que estas pasen a engrosar tu sombra.
En el polo opuesto, también he observado actitudes contrarias. Personas obsesionadas con «no reprimir» su ira y sus emociones negativas que terminan convirtiéndose en tóxicas porque no son capaces de convivir con otros seres humanos en el respeto y la consideración.
Ambos extremos son perjudiciales… No reprimas tus emociones, pero aprende a expresarlas con asertividad.
Tus hábitos de vida son los mejores
Crees que eres más “guay” porque comes o no comes determinados alimentos, porque tomas o no tomas determinadas bebidas, porque no te maquillas, no vas a discotecas, no te afeitas o sí lo haces…, no ves la tele o llevas determinado “look hippie” o similar.
Realmente al ego le encanta ser “especial”, “diferente”, “superior”… y no, no porque hagas o dejes de hacer todas estas cosas… te has iluminado. Ni tampoco los demás están en “la oscuridad” porque dejen de hacerlas. Además, tiendes a juzgar a todos aquellos que no hacen lo que tú haces… (son unos inconscientes).
El camino espiritual es solitario
Ahora resulta que eres especial porque ya “no conectas” con la mayoría de las personas (que no piensan como tú), no sabes cómo relacionarte con “los otros”, y estás solo pero te dices a ti mismo que la gente se aleja de ti porque ya no está “en tu misma frecuencia” (elevadísima, claro). Por supuesto, la energía de los demás es más «lenta», «baja» o menos luminosa que la tuya, y por eso se desprenden espontáneamente de tu vida.
Realmente… si este camino te lleva a la soledad (y no a enriquecer tus relaciones), si te lleva a ser más intolerante con el mundo porque éste no hace lo correcto y tu sí… Si solamente puedes relacionarte de forma íntima con personas que piensen y hagan exactamente lo mismo que tú,… este camino no te está ayudando, te está haciendo “distinto” y “especial”. Tranquilizas a tu ego diciéndote a ti mismo que eres el «garbanzo negro» o el «bicho raro», pero estas son solo expresiones para seguir en la separación y la especialidad del ego. Más comidita para él.
Es cierto y a todos nos ha ocurrido. Cuando hay cambios internos, los círculos sociales cambian y, por momentos, pareciera que existen espacios vacíos de personas y relaciones. Pero cuando es una limpieza sana y positiva, ese espacio se llena al cabo de poco tiempo. Por tanto, si te encuentras en soledad durante demasiado tiempo, quizá no estaría de más que te observaras y tomaras conciencia de los posibles motivos por los que te cuesta tanto socializar y crear relaciones íntimas sanas y duraderas.
Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago
Predicas, hablas y aconsejas (sin que te lo pidan), pero tu vida está “patas para abajo”. Lejos de ser un ejemplo silencioso de que todo aquello que has aprendido ha funcionado para mejorar tu vida… te limitas a coleccionar información que luego transmites a otros sin que ni siquiera te estén pidiendo tu ayuda u opinión. Pero es que tú lo haces “por su bien”. Y ya no tienes pareja, amigos o familiares… tienes pacientes.
Muchas personas, tras aprender algunas técnicas deciden que su misión es ayudar a los demás, y eso es genial…, pero no se dan cuenta de que al primero que tienen que ayudar es a sí mismos. Si realmente vas en busca de la iluminación… y la encuentras, no te preocupes, los demás te van a preguntar. El ejemplo habla por sí solo.
Te detienes en mil cosas inútiles
Coleccionas objetos, inciensos, rituales, libros, técnicas, meditaciones, afirmaciones…, pero nunca existe en ti una verdadera predisposición a cambiar.
Entretienes a tu ego con mil cursos sobre mil técnicas distintas, pero realmente nunca te pones manos a la obra con lo importante. Los cambios que realizas nunca son lo suficientemente comprometidos y sigues buscando mágicamente la solución “en el exterior”. Sigues proyectando fuera…, quizás ahora no es el coche o la casa o el último modelo de teléfono, pero sigues creyendo que esa técnica, ese libro, ese gurú TE DARÁ POR FIN la felicidad, la clave, el punto que se te escapa.
Y no, lo único que se te escapa es tu propio ego entre los dedos, que encima ahora te hace creer que éste es el camino correcto. En vez de buscar el coche último modelo… estás buscando el gurú último modelo, pero al final… es lo mismo. El mismo collar con distinto perro, solo que ahora te cuesta mucho más darte cuenta y poder observarlo.
Crees que sabes algo que los demás no saben
Y no digo que no, seguramente hayas aprendido un montón de cosas. Pero ten en cuenta que los demás también saben cosas que tú no sabes. Y en última instancia observa la vida de esa persona… ¿cómo le va? Si la respuesta es “mejor que a mí”, posiblemente deberías aprender algo de ella que tú no sabes y ella sí… ¿no crees?
Quizá tú ya no ves la tele y haces meditación a diario… quizás esa persona es una entusiasta de los programas de corazón, o del fútbol y la política… y no sabe quién es Paulo Coelho… pero quizás y sólo quizás su vida esté bastante más equilibrada que la tuya en todos los aspectos. Así que te animo a que te cuestiones esa creencia de que tu verdad es mejor que la suya y que (pobrecito)… aún no llegó su momento…
Ver la paja en el ojo ajeno
Tienes mucha facilidad para ver los defectos y errores de todo el mundo, pero los tuyos….ya son otro cantar. Te cuesta admitir críticas, errores, en definitiva, tu sombra.
Vuelvo a incidir en lo mismo. Puesto que ahora te sientes mucho más espiritual, con mayor verdad en tu corazón, más “conectado”… te cuesta mucho más que antes ver todo aquello que se encuentra oculto. Incluso cada vez te conviertes en un mayor “maestro de la ocultación”.
“Dios proveerá” “todo ocurre por un motivo”
No digo que esto no sea verdad, pero el ego puede utilizarlo en su propio beneficio y “engorde”. Quizá cumples a rajatabla los mandatos espirituales, pero te olvidas de las reglas terrenales. Y respecto a este punto me viene a la mente el cuento del cura y la inundación:
En un pueblo del litoral hubo una terrible inundación que obligó a sus habitantes a evacuarlo. Es decir, tenían que sacar todas sus pertenencias y llevarlas a otra zona sin agua.
El cura no quería abandonar la iglesia pero el agua subía tanto que tuvo que refugiarse en el techo. Mientras tanto, rezaba:
-¡Dios mío, ayúdame, confío en que vas a salvarme!
Al rato, pasó una lancha de la policía y le dijeron:
-¡Vamos, padre, no se quede allí que es muy peligroso! Suba a la lancha. Vamos a llevarlo con toda la gente.
El sacerdote no les hizo caso y, al rato, tuvo que subir al campanario porque el agua seguía creciendo. Y no dejaba de pedir ayuda a Dios.
-Señor, estoy dándote muestras de mi confianza, ¡sálvame de esta inundación! ¡No me abandones!
Pasó un helicóptero y lo invitaron a subir, pero tampoco quiso. Ya estaba en la puntita del edificio y pasó otra cuadrilla de rescate:
-Padre, usted es el único que queda. ¡Venga!
Pero el cura no quiso ir. Resistió hasta que el agua lo tapó y murió ahogado. Cuando Dios lo recibió en el cielo, el sacerdote se quejó diciéndole:
-¿Qué paso, Dos mío? No me escuchaste? Te pedí ayuda y me abandonaste.
-De ninguna manera-le dijo Dios-.Yo no te abandoné. Es más, te envié mucha ayuda: una lancha de la policía, un helicóptero y una cuadrilla de rescate, pero en todos los casos tú no quisiste verme ni escucharme y los rechazaste…
Y así ocurre en muchas ocasiones, estamos cegados y confundidos por ideas incorrectas de lo que significa que Dios nos va a proveer y que todo tiene un sentido.
Es cierto que somos seres espirituales, que esto no es real, que vivimos en la Matrix… pero la propia Matrix tiene unas reglas que también hay que aprender y hay que practicar. Y este mundo es el lugar en el que ahora te encuentras. Tienes un cuerpo físico que necesita satisfacer sus necesidades básicas. Necesitas un lugar donde vivir, asearte, pagar tus facturas…
Puedes tener una fe infinita, meditar o visualizar 15 horas al día, pero si necesitas un trabajo, todo lo anterior no te servirá de nada si no envías un currículum, si no acudes a entrevistas, si no te reúnes con aquellas personas que puedan ayudarte.
A muchas personas “espirituales” que trabajan por su cuenta les cuesta aceptar dinero a cambio de sus servicios. O son reacias a aprender marketing o técnicas de venta, porque esto tampoco es “espiritual”.
Es muy curioso, pero he conocido a centenares de personas espirituales que están sin blanca cuando precisamente si de algo debería servir este camino es para convertirnos en seres con plena abundancia. No nos olvidemos de que la abundancia atañe a todos los aspectos de la vida (amor, amistad, relaciones, prosperidad, paz, salud)… el bienestar ha de ser completo porque si es parcial o limitado a algunas áreas de nuestra vida…, no tiene mucho sentido.
En definitiva… si tienes un cuerpo, tienes un ego, punto. Lo puedes engordar con lechuga, té de hojas silvestres del Himalaya, con conferencias del Dalai lama…. o con gintonic´s, sálvame deluxe o con la final de la champions league. Da igual el ídolo que hayas elegido… no hay diferencia entre escaparte del mundo tomando 4 copas una noche de fiesta, o aislándote cual ermitaño mirando fijamente una vela durante 7 horas diarias.
No, para iluminarte no necesitas estar aislado del mundo. Todos los seres humanos que habitamos el planeta somos espirituales. Y todos tenemos un ego que está en la senda correcta y luminosa. Y ya sea que lo alimentes con hamburguesas o con comida vegana… lo estás alimentando igualmente. Y si además te permites el lujo de juzgar y rechazar a los que ven la tele, comen carne, se ponen minifalda o ven el fútbol… quizá tú seas menos espiritual que el que practica todas estas cosas pero que camina por la vida con verdadera humildad, respeto y sentimiento de igualdad.
Mira a tu alrededor y sobre todo observa si todo eso que practicas y estás aprendiendo realmente está mejorando tu vida, si tus relaciones se han enriquecido (pareja, familia, amigos, relaciones laborales)… si estás creando abundancia y prosperidad, si te sientes más saludable, si ves a cada persona que se cruza en tu camino como tu maestro (sí, también las que no saben nada de “estas cosas”).
Si realmente quieres ayudar, comienza ayudándote a ti mismo de verdad. Atrévete a realizar esa transformación que quieres ver el en mundo. Atrévete a contemplar a los demás como una extensión de tu propia luz (o sombra), ya que todos aquellos con los que te cruces, solo hablan de ti mismo.
Quizá no hagan falta tantas palabras, y sí más ejemplos que inspiren.
Mi abrazo infinito,
