Diana Calvo Vinssac – Psicoterapia transpersonal – UCDM – Hipnoterapia – Coaching

¿Cómo puedes canalizar tu rabia?

Pues sí…, la rabia no es una emoción tan negativa como parece. Por el contrario, puede ser una emoción útil y beneficiosa si aprendemos a gestionarla.

En ocasiones, llega a nosotros después de haber estado algún tiempo tristes o quizás algo depresivos. Es buena señal y debemos permitirnos sentirla, ya que la tristeza es una emoción de indefensión y pérdida de poder. Pasar a experimentar una emoción de ira o rabia supone que hemos recuperado una cuota de ese poder perdido, por tanto, podemos considerar que hemos subido un “peldaño” en la escala emocional.
La ira también se manifiesta como respuesta a situaciones en las que queremos afirmarnos, bien porque hemos sufrido una injusticia, o porque nos sentimos atacados e inseguros y necesitamos defendernos.

Solemos reprimirla en muchas ocasiones en parte por la educación recibida (nos han enseñado que “tenemos que ser buen@s”), en parte por temor al rechazo de los demás si la expresamos. Sin embargo, reprimirla nos puede ocasionar multitud de síntomas y enfermedades físicas, pérdida de poder y el evitar realizar acciones concretas que incrementarían nuestro bienestar.
En el otro extremo, expresarla de manera inadecuada nos puede ocasionar un tremendo malestar, situaciones agresivas e indeseadas, y de las cuales puede que nos arrepintamos una vez que ha llegado la calma y ya somos capaces de racionalizar lo que ha ocurrido.

De cualquier manera, es una emoción que implica ACCIÓN. Y debemos considerarla beneficiosa cuando nos lleva en la dirección correcta.

Bien, y ¿cuál es esa dirección? ¿Cómo gestionarla de manera correcta sin reprimirla y/o sin que se nos “vaya de las manos”?

Pautas a seguir:

Toma un descanso.
Inmersos en la rabia no podemos pensar de manera óptima. Por tanto, intenta no conversar con nadie en este estado. Tómate el tiempo que necesites para realizar esa llamada, ese encuentro, etc. Si te ha surgido en medio de un diálogo lo mejor que puedes hacer es utilizar una excusa y marcharte durante un rato (ve al baño, da un paseo…).

Muévete.
Si es posible lleva a cabo cualquier tipo de ejercicio cardiovascular: camina rápido, corre, etc. “Sudar” es una manera muy sana de canalizar esta energía.

Respira.
La rabia hace que nuestra respiración sea más rápida, agitada y se concentre en la parte superior del árbol respiratorio. Cambiando la respiración de manera consciente, podemos cambiar nuestro estado mental – emocional. Lleva a cabo unas cuantas respiraciones diafragmáticas llevando tu atención al abdomen, a la entrada y salida de aire…

Escribe.
Racionaliza el objeto de tu ira: ¿Qué o quién te molesta tanto y por qué? ¿Qué crees que han podido “hacerte” que puede quitarte tu poder? ¿Qué parte de ti se siente amenazada? ¿Qué es eso que te causa tanta impotencia?

Ten en cuenta que NADIE puede robarte tu paz mental si tú no lo permites. La rabia, como cualquier otra emoción, ha surgido de ti… sólo tú la has puesto “ahí”. Piensa que las situaciones y las personas quizá no sean como tú quieres que sean, sino que SON COMO SON. Si analizas los motivos que te han llevado a sentir esa rabia, sabrás lo que tienes que hacer en consecuencia: trabajarte la ACEPTACIÓN (de una situación, de una persona concreta), poner LÍMITES en tus relaciones y pensar más en ti y en tus necesidades (personales, laborales), etc.

Haz lo que tengas que hacer, pero siempre después de que la rabia haya sido canalizada y racionalizada. Y sobre todo… ¡¡jamás la reprimas!! SIÉNTELA y profundiza en ella, ya que, como ves, es una emoción que puedes aprovechar para saber qué hay dentro de ti, conocerte mejor y sobre todo descubrir cuáles son las acciones has de llevar a cabo en busca de la paz que tanto anhelas.

Mi abrazo infinito,

Deja un comentario