Debido a la multitud de casos que encuentro en mi consulta, hoy quiero hablaros de un tema que no me resulta nada fácil abordar. Aun así considero necesario hacerlo, puesto que la vida de muchas personas resulta afectada por esta problemática. Tanto más compleja cuanto mayor es el nivel de dependencia de los padres que están a su cuidado.
En las antiguas civilizaciones los ancianos eran venerados y muy respetados, ya que en ellos residía la gran sabiduría de la vida. Actuaban como consejeros situándose en un lugar privilegiado, y convirtiéndose así en un gran apoyo para los jóvenes dentro de comunidad.
En nuestra sociedad, los mayores se comportan de forma muy distinta. Quizás al final de nuestra vida se “nos ve el plumero” y nuestros últimos días tienen bastante que ver con el modo en que hemos vivido: el cuidado que le hayamos dado a nuestro cuerpo, a nuestra psique, la gestión de nuestras emociones, el olvido de nuestra parte trascendental o más profunda…
Todo ello junto con la creencia en una vida de sufrimiento y enfermedad, el miedo y el evitamiento de la muerte…, quizá nos hace convertirnos en ancianos enfermos, dependientes y seniles condenados a sufrir regresiones a la infancia, en un intento de huir de nuestro momento presente, y cuyos comportamientos están más cercanos a los de un niño, que a aquellos sabios ancianos de la antigüedad.
Por otro lado, he de decir que es natural y un deber de los padres el cuidar a sus hijos, procurándoles las herramientas necesarias para convertirles en seres independientes y autosuficientes. Pero que los hijos cuiden de los padres… NO es lo natural. Y quiero explicar esta afirmación, ya que entiendo que para algunos puede resultar “chocante”.
Imaginaos si todos nosotros nos viéramos en la situación de tener que sacrificar nuestras vidas en pos del cuidado de nuestros padres. Obviamente, llegaría un momento en el que la supervivencia de la especie estaría en grave peligro.
He encontrado varios casos (de hombres y mujeres), en los que después de haber fallecido sus padres se despertaron un día…, con una edad “madura” y… completamente SOLOS. De repente se dan cuenta de que han sacrificado la creación de su propia familia por cuidar y acompañar a sus padres hasta el final de sus días… Incluso he podido ver casos de “sustitución del cónyuge fallecido”: personas que se comportan con sus padres del modo en que lo haría la pareja desaparecida, o del modo en que ell@s se comportarían con sus parejas.
Dejando a un lado los “edipos” y “electras” del mundo… también hay casos en los que habiendo construido una familia, ésta se coloca en un segundo plano y se deja “a su suerte”, ocasionando verdaderos problemas debido a su desatención.
También hay situaciones en los que son varios los aspectos de la vida que quedan limitados: el desarrollo de la propia familia, el aspecto laboral, sueños personales, etc.
Repito, si estas situaciones fueran lo natural… la vida se extinguiría.
¿Quiere decir esto que debemos abandonar a nuestros padres? ¡¡Por supuesto que no!!
Cada caso es un mundo y debe ser tratado de manera personalizada, pero considero que hay ciertas pautas que podríamos tener en cuenta en estos casos:
- Lo primero que jamás has de olvidar es que estás aquí para desarrollar tu vida de forma PLENA. Y ni siquiera tus seres más queridos tienen el derecho de arrebatártela. Es más, si te aman deberían apoyarte y no obstruirte… Las relaciones familiares pueden ser tanto o más tóxicas que el resto y, en ocasiones incluso lo más sano es alejarnos, sobre todo si nuestra salud física y/o mental está en riesgo, o nuestra vida de repente se transforma en una carga difícil de llevar.
- Si tus padres se comportan como niños, tendrás que tratarlos como a niños. Igual que ponemos límites a nuestros pequeños y les decimos que NO para educarlos, del mismo modo tendremos que actuar con nuestros mayores. Cariño, compañía y ayuda… SÍ. Sacrificar tu vida… NO.
- Cuidado con las manipulaciones. Muchas enfermedades y dolencias (incluidas las seniles), pueden ser mecanismos (¡ojo!, en su mayoría inconscientes), para manipular al entorno y tenerlo siempre a disposición. Hazte respetar y te respetarán.
- No entres en la pena, ni mucho menos en la CULPA. Tus padres eligieron libremente su vida, tomaron sus decisiones y tú no eres responsable de sus consecuencias. Solo eres responsable de las tuyas. Que esa “pena” en todo caso comience por ti. Y en cuanto a la culpa, ten en cuenta que es una de las emociones más tóxicas que puedes llegar a sentir y, sobre todo, la que da vía libre a la manipulación. Cuando un@ se siente culpable, busca siempre un “castigo”, y este puede ser auto infringido en forma de auto sabotajes varios, o a través del otro dejándonos manipular. Entrar en el juego culpa-manipulación-culpa puede ser algo peligroso que termine con tu paz y tu libertad.
- Cuenta con tus herman@s. Ellos también son sus padres y la tarea debería ser repartida a partes iguales. Porque uno tenga familia, otro no, quizás alguno viva con ellos, etc.,… no tiene que hacerse más o menos cargo. Lo mejor es tener una conversación sincera, y que tod@s entiendan que cada uno tiene derecho a hacer su vida al 100%, independientemente de las circunstancias presentes. El derecho a elegir el futuro debe ser igual para todos.
- Si eres hij@ únic@ o tus herman@s se desentienden claramente, tendrás que pedir ayuda y/o asesoramiento. Busca información, terapeutas, lugares donde puedas acudir, incluso ayuda de otros familiares, amigos que hayan pasado por tu situación… siempre hay opciones, busca y encontrarás.
- Esta situación, al igual que cualquier otra de tu vida, te aporta un aprendizaje. No te olvides de preguntarte “para qué” te encuentras en esta circunstancia y disponte a llevar a cabo las acciones que la situación te obligue a realizar. Nada llega a tu vida como una maldición sino como una oportunidad de desarrollo y sanación.
- Busca el equilibrio, no se trata de darlo todo por tus padres o darlo todo por ti. Habrá ocasiones en las que tengas que colocar tus prioridades por delante, y otras en las que tus padres te llevarán la delantera. Pero ten siempre presente que en el punto medio se encuentra la virtud.
- Si tienes la posibilidad, intenta comunicarte con tus padres y explicarles la situación y los motivos por los que haces las cosas.
No te dejes llevar por las circunstancias y gestiona esta situación con plena conciencia. Y sobre todo, no te abandones a ti mism@, por no abandonar a tus padres. Estoy segura de que ellos siguen queriendo lo mejor para ti, y en su “sano juicio” comprenderían tu comportamiento.
Paciencia, fuerza y … ¡adelante!