No dejes que tu pareja ocupe todo tu ser y tu mente, de tal manera que no haya lugar para ti. Amar no es desaparecer.
Walter Riso
He observado esta actitud en muchas personas (mayores, maduras y sorprendentemente también en las más jóvenes): en el momento en que pasan a formar parte de una situación de pareja (con o sin papeles), van dejando de lado todo “su mundo” para comenzar a formar parte del mundo de «su pareja». Es una actitud típicamente femenina, aunque, por supuesto también hay hombres que la mantienen. Hay que tener en cuenta que aunque las mujeres hemos cambiado mucho nuestros roles en las últimas décadas, seguimos experimentando los coletazos de una sociedad patriarcal en la que la mujer era educada únicamente para ser esposa y madre. Aunque como decía, también hay hombres que tienen este comportamiento, por tanto, hablaré de “personas” en un sentido amplio.
Es lógico y necesario invertir tiempo y energía cuando una nueva pareja está en reciente construcción, incluso es normal que durante los primeros meses de enamoramiento la pareja se sitúe en modo “burbuja”. En esta primera etapa pueden dejarse de lado algunas cosas que se vivían de manera independiente, ya que el estado hormonal-emocional así lo demanda.
Cuando todo este baile hormonal se normaliza es lógico que, para seguir cultivando la relación, siga siendo necesaria esa inversión de tiempo y energía, con más razón si se trata de edificar una familia incluyendo una descendencia. Pero lo más sano es que en esta segunda etapa, la pareja ya establecida vaya abriéndose al mundo, y ambos miembros vayan estableciendo sus lugares en la relación (y fuera de la misma). Existirán amistades y eventos que la pareja compartirá de forma conjunta, pero también se vivirán otras relaciones y situaciones de forma independiente.
Estar “en pareja” es una circunstancia, ser “padre o madre” es un rol que decidimos tomar o no tomar en nuestras vidas, pero antes de todos estos roles y papeles, no olvidemos que somos un SER PLENO, independiente, único, con un propósito propio al venir a este mundo.
Ocurre que en ocasiones, algunas parejas se quedan en esa primera etapa “burbuja”, o incluso no pasan a experimentar la segunda etapa de manera muy sana, pasando a formar parte de un «kit indisoluble» en la que uno de los miembros (o los dos), no es capaz de vivir sus propias relaciones y experiencias vitales. Pasamos de ser “yo” a ser “nosotros” y todo se vive desde este lugar en la que la identidad propia va desapareciendo y borrándose con el paso del tiempo.
¿Cuáles podrían ser los motivos de este comportamiento?
VACÍO-SOLEDAD
Si el estado previo de la persona antes de constituir la pareja era de vacío, aburrimiento…, incluso un gran sentimiento de soledad, es lógico que con la aparición de la pareja, la persona vea “la luz salvadora” de repente, y lo poco o mucho que había construido antes de la pareja pase a un 2º plano en el momento en el que esa persona especial aparece. La pareja entonces será la “encargada” de llenar toda esa vida insulsa, aburrida o solitaria que se estaba experimentando.
CREENCIAS
Muchas personas creen que tener pareja las hará mucho más valiosas a ojos de los demás. Es algo así como pensar: “mirad, alguien me quiere, yo valgo y soy importante”.
Tampoco tenemos que olvidar que todas esas creencias patriarcales de antaño siguen haciendo mella en nuestros comportamientos… términos como “solterona”, “viejo verde” y demás opiniones sociales con respecto a un estado “solitario” en la edad madura… nos hacen pensar que estar solo es algo negativo y no aceptado plenamente en la sociedad, lo que nos lleva a establecer parejas como una necesidad, y no como una elección vital.
INSEGURIDAD
Muchas personas necesitan un apoyo íntimo y cercano para sentirse arropadas y seguras frente al mundo. Necesitan que esa pareja les aporte una confianza que ellas, por sí mismas, no han sido capaces de desarrollar de manera autónoma.
Una pareja creada bajo estas bases de necesidad es lógico que trate de mantenerse casi “a toda costa”, y si para ello es necesario olvidarse de uno mismo… pues así se hará, a través de una serie de comportamientos típicos:
- Se dejan de cultivar las amistades propias, relaciones familiares, hobbies, etc.
- La pareja pasa a formar la prioridad absoluta, así como sus necesidades.
- Se olvidan los propios sueños y necesidades.
- Cada vez se hacen más cosas con la pareja, y menos a solas.
- Poco a poco… los pensamientos, modos de ser y comportarse se asemejan a los de la pareja y ya casi da igual hablar con uno u otro, ya que ambos miembros parecen “clones”.
Es lógico pensar que una pareja que se ha construido en base a este tipo de necesidades no resueltas de manera individual…, no puede permanecer de manera sana en el tiempo. Buscamos que esa persona nos aporte lo que no hemos sido capaces de desarrollar, y eso no funciona durante mucho tiempo. Llega un momento en el que, a nivel inconsciente, percibimos que todo aquello que pretendíamos TAPAR, no puede ofrecérnoslo nadie:
- Si lo que querías tapar era la soledad, no aprendiste a estar contigo mismo.
- Si lo que querías tapar era una vida insulsa y aburrida, no aprendiste a encontrar tu verdadero camino, ese que te apasiona.
- Si lo que querías tapar era una valoración a ojos de los demás, no aprendiste a valorarte y a amarte.
- Si lo que querías tapar era la falta de apoyo y la inseguridad, no aprendiste a apoyarte ni a desarrollar la confianza en ti mismo.
… Y entonces todo aquello que tratábamos de OCULTAR con la presencia de esa pareja… sale más adelante de modo mucho más potente, quedando al descubierto a través de exigencias desmedidas hacia el otro. Y entonces una idea llega a la mente: “me equivoqué”, “esta no era la persona”, “hay que buscar otra”. Y de nuevo, volvemos a buscar una nueva pareja, pensando que será la próxima la que “NOS DE” todo aquello que buscamos. Seguimos encargando al otro que haga nuestros deberes… y así podemos pasarnos la vida entera. O bien (como se hacía antiguamente casi por obligación), nos quedamos en esa pareja burbuja que hemos construido con todos esos sentimientos de insatisfacción, frustración, infelicidad y por supuesto… desamor.
Y no pocas veces, podemos observar lo que ocurre finalmente. Llega a nuestra vida una situación de divorcio o viudedad que puede llegar a ser verdaderamente traumática, porque seguimos encontrándonos con los deberes sin hacer. Y en estos momentos… preguntas que deberíamos habernos hecho hace muchos años: “¿quién soy yo, qué quiero de la Vida, qué he venido a construir…?” siguen sin plantearse y, por supuesto, sin responderse.
Nos encontramos con una edad avanzada, quizá enfermos, quizá dependientes… quizá muy solos… porque no supimos resolver a tiempo nuestros conflictos vitales, porque no supimos construir más allá de una única persona que en su día buscamos para que iluminara nuestra vida, sin ser conscientes de que la única persona que nos puede iluminar es la que se encuentra ahí cuando miramos a un espejo.
Si estás leyendo esto… te digo con el corazón en la mano: no dejes que la inercia y la inconsciencia te lleven a ese tipo de pareja. Estás a tiempo de hacer tus deberes. Tus conflictos irán siempre contigo… con la pareja que tengas ahora, con la siguiente, o cuando estés sol@. No esperes más y ponte manos a la obra para convertirte en ese Ser pleno que pueda transitar su camino en compañía de otro Ser pleno.
Mi abrazo infinito,